jueves, 5 de abril de 2018

Domingo de otoño



Estamos en otoño. Es domingo, me siento al sol y observo cómo ha cambiado el paisaje de los árboles; sus hojas se han teñido de diferentes tonalidades y, aunque esta mañana no hay viento, el pasto ha desaparecido debajo de una gruesa capa de color rojo verdoso. Percibo en el aire el aroma a madera recién cortada que emana de un montón de leños que esperan a ser quemados con los primeros fríos.
El martilleo de la música a todo volumen me dice que los jóvenes de la casa de al lado ya están despiertos. Fijo mis sentidos en el vecino de enfrente que pone gran dedicación en remover la tierra del jardín, para retirar las petunias que ya agotaron sus flores de verano. Al sentirse observado, levanta la cabeza y me saluda agitando la mano en la que sostiene una pequeña pala.
—¿Disfrutando del sol? —me pregunta una vecina que regresa con sus compras del supermercado.
—Así es —le respondo y, para evitar que se detenga a conversar, simulo volver a la lectura de un libro que sostengo abierto entre mis manos.
Una vez leí en alguna parte que «si uno quiere ver algo –una hoja o una mata de pasto– tiene que conocer el perfil del amor » Recordarlo me reconforta.
Desde la puerta de la casa, Luisa, la señora que me ayuda, me anuncia que el almuerzo está pronto. Le respondo que ya voy, cierro el libro que aún permanecía abierto entre mis manos, y activo el botón que pone en movimiento las ruedas de mi silla.

Forma parte del libro Una decisión crucial® 



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